Más allá del hype y la foto de portada, creo que vale la pena detenernos un momento a pensar en qué significa realmente este título, cómo influyen estas personas en nuestra rutina en Venezuela (sí, también aquí), y por qué su trabajo ya no es solo cosa de programadores, sino de “diseñadores de experiencia”.
Cuando vi el anuncio de Time de que la Persona del Año 2025 eran los “Arquitectos de la IA”, mi primera reacción fue: “Ok, tiene sentido, pero ¿quién es esa gente exactamente?”.
No son un CEO famoso (como en años anteriores), ni un político con una agenda global. Son una figura más bien difusa, el colectivo de gente que está diseñando la columna vertebral de todo lo que usamos.

Piensa en esto: hace unos años, lo crucial era la app, la que te resolvía el transporte, la comida o la cuenta bancaria. Hoy, eso ya es un commodity. Lo que realmente diferencia a una plataforma de otra, y lo que nos tiene enganchados a los teléfonos, es lo invisible, el algoritmo.
El cerebro detrás del menú
Un “Arquitecto de IA” no es solo el que te programa las líneas de código. Es el que diseña la intención detrás de la herramienta. Es la persona que decide:
- Qué datos usar (y cuáles ignorar).
- Qué modelo matemático aplicar (el motor de la IA).
- Y, lo más importante, qué quiere que tú hagas después de interactuar con el sistema.
Piénsalo con una analogía simple, muy criolla. Si tuviéramos que construir el puesto de comida callejera perfecto:
- El programador es el cocinero que sabe hacer la masa de la arepa bien.
- El Arquitecto de IA es el que diseña el menú, decide qué rellenos van juntos, en qué orden se ofrecen para que pidas más, y a qué hora empieza a sonar esa música pegadiza que te obliga a parar.
Ellos están diseñando la manera en que descubrimos música, cómo nos ofrecen noticias (y, honestamente, hasta la forma en que discutimos con un familiar en redes sociales). Están detrás de cada recomendación que nos llega, desde el nuevo servicio de streaming hasta el “me gusta” automático que le da tu vecino a tus fotos.
¿Y esto en Venezuela, cómo se come?
Aunque parezca un tema de Silicon Valley, el impacto de estos “arquitectos” es brutalmente local, sobre todo en un contexto donde dependemos tanto de las plataformas digitales para resolver el día a día.
En Venezuela, el consumo digital es más intenso por necesidad que por lujo:
- Comercio Electrónico: Un algoritmo diseñado para maximizar el carrito de compras en una app de deliverytiene un impacto directo en el delivery de la señora de la esquina y en tu presupuesto mensual.
- Contenido: Los algoritmos deciden qué contenido de YouTube (noticias, podcasts, tutoriales) llega primero a tu pantalla, moldeando la narrativa que consumes mientras tomas café por la mañana. Esto es lo que se conoce como filtrado de burbujas y es la diferencia entre que veas un debate político o que te salgan solo videos de gatitos.
- Servicios: Cuando intentas hacer una transferencia o usar un bot de atención al cliente, la eficiencia, o la frustración, está determinada por el modelo de IA que construyeron.
El punto es que su trabajo no es técnico, es psicológico y social. Tienen el poder de optimizar, pero también de sesgar, y es ahí donde Time acierta al darles la portada. No son “gente famosa”, sino la gente que define nuestras nuevas rutinas digitales y, por ende, lo que entendemos por “normal”.
Ser la Persona del Año no es un premio a la excelencia; es un reconocimiento al poder de influencia. Y en 2025, el poder no está solo en la política o la economía tradicional, sino en la arquitectura de la inteligencia artificial que ordena nuestro mundo digital. Toca ver si nos están construyendo una casa más cómoda o solo un laberinto más eficiente.


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